10 octubre 2006

The wind that shakes the Baley o cómo entender las raíces

The wind that shakes the Baley o cómo entender las raíces


“Todas las decisiones que se toman para hacer una película son políticas. Quienes son los protagonistas, qué edad tienen, qué educación...Casi todas las películas tratan de héroes individuales, y es su heroicidad individual la que hace que el sentido colectivo casi no exista. Y nadie llama a estas películas políticas, sino de acción”

Paul Laverty , guionista


Si el cine todavía conserva la capacidad de hacernos pensar y de entender las raíces, es a través de historias como The wind that shakes the Baley, una tragedia universal contada a través de los ojos de un antihéroe cotidiano en su descenso a los infiernos del mundo real.
Una tragedia de hombres pequeños de cualquier época y de cualquier país; una tragedia que huye del drama sensiblero para descubrirnos el camino que lleva a la dignidad y sus límites.
El viento que agita la cebada, estribillo de una vieja canción irlandesa del siglo pasado es una verosímil recreación fílmica de los lugares comunes en la historia de los pueblos vencidos y de las vidas perdidas en el camino.

Laverty, guionista desde Carla's Song de Ken Loach, construye un soberbio guión donde las acciones individuales de los personajes se ensamblan perfectamente con la trama general de los orígenes de lucha defensiva del IRA en 1920, contada desde un prisma plural y matizado, a pesar de que la crítica inglesa insista en boicotear.
De hecho, en Reino Unido se limitó la distribución de la película a sólo 30 copias. Sin embargo, la Palma de Oro de Cannes ya se encargó de activar los mecanismo de exhibición a 105 salas en el país. Una buena razón para ser optimistas y pensar que la promoción comercial a veces puede ser un mal menor, si significa como lanzó Ken Loach al recibir el premio: “poder contar la verdad sobre el pasado para contar la verdad sobre el presente”.

Para esta recreación histórica, Laverty recurrió a una trama épica coral que mantiene el peso dramático a través de la evolución de un protagonista poliédrico.
Un punto de vista que dista de la tendencia tan explotada en cine en la que el protagonista es él y sus circunstancias, con el mundo o contra el mundo.

En este caso, Damián O'Donovan se transforma ante el espectador a partir del camino iniciático vivido en las grandes tragedias universales, donde el juramento, la revelación y cada una de las pruebas construyen un viaje a los infiernos, y en el que reconocemos arquetipos universales como la madre o el poeta que se vuelven cercanos hasta hacernos entender el alma y las raíces de un pueblo como el irlandés o del ser humano.

Y es en este camino a las raíces donde el guionista nos sumerge en los lugares comunes, como un nuevo Zola: el campo, la aldea, la taberna. Lugares donde la acción avanza, gira o se renueva. Espacios llenos de vida que son casi siempre decorado de fondo para diálogos de paso en el Gran Cine.

Otra diferencia relevante del guión de The wind that shakes the Baley con el Gran Cine es que la trama amorosa del protagonista se enlaza naturalmente en el contexto, sin concesiones sentimentaloides, sin volcar en ella la aspiración última del personaje. La trama amorosa es un eje más del camino, no la base de su pertenencia al grupo ni su trayectoria. Y así, interpretando la cita de cabecera de Laverty, llego a pensar que muchas películas de amor son también cine político.

En cuanto al punto de vista de Ken Loach para filmar, su mirada mantiene la distancia moral suficiente para abrirnos una ventana al mundo de los personajes sin juzgarlos, donde los planos secuencia y generales nos dan libertad absoluta para ser espectadores conscientes y reflexivos.
Loach, entre otras cosas, rueda sus películas en el orden lógico del guión, incorpora actores no profesionales y da opción a los actores a modificar los diálogos.

Con todas estas evidencias, una se emociona pensando que la coherencia estética e ideológica es posible en el cine, y que la ficción cinematográfica es también un territorio abierto con el que explorar en nuestras raíces y enseñarnos a pensar.

La Señora Om

03 octubre 2006

Desmontando el puzzle Salvador


Deconstrucción de la estructura de producción de mitos simbólicos en el cine. Aproximación discursiva desde el análisis de”Salvador”

Si después de leer este título, tan poco atractivo para una supuesta crítica de cine en un blog de consumo e ideas rápidas, alguien se decide a continuar leyendo, igual cae en la cuenta de que la palabra aún no ha sido vendida y todavía podemos pensar para cambiar el presente o su reflejo.
Como en los cuentos de hadas o en la religión, el personaje del salvador, el héroe-mendigo igualitario, el robin-hood de los pobres, es casi el dios central del universo histórico occidental. El Ulises reinventado, con otras ropas en la edad contemporánea. Un dios al servicio de todos, y nunca, de sí mismo. Y el cine, que es un arte para muchos, para tantos como alquilan DVDs o llenan las salas, es el gran rey creador de mitos globales, va y adapta, produce, vende, distribuye y exhibe símbolos, símbolos como el del héroe salvador. Año 2003, Escribano, ex director de Televisió de Catalunya, escribe una novela basada en la vida del anarquista Salvador Puig Antich «Cuenta atrás: la historia de Salvador Puig Antich»; y ese mismo año, J.R., empresario del ladrillo y de los paquetes deportivos de pago por visión, amigo de sus amigos, sus amigos de la izquierda en el poder, va y compra los derechos de la novela, suponemos que por amor al arte.

Resulta que su recién estrenado negocio: Mediapro, con sus más de siete empresitas de producción de televisión, cine, material técnico de grabación, estudios de rodaje, promoción, asesoramiento digital y mil cosas más, va y quiere ser el Hollywood de Espluges, y por una vez cede a fusionarse con su amigo madrileño Globomedia. Y los dos Imaginan!!Imaginan en comidas dilatadas por puros y carajillos en Casa Sento o en el Asador de Aranda, imaginan cómo recuperar nuestra vencida memoria histórica.Y se acuerdan de aquel director de cine tan progre, aquel niño bien un tanto hedonista que quiere su segunda oportunidad en la gran pantalla. Hablemos de negocios diría Manel. Me llevo a mi director de fotografía y a mi montador y, a ver a quien buscamos para adaptar el guión.A ese guionista obrero de izquierdas. Lo tengo de freelance. Nos dirá que sí. Pues eso, a ponerse las pilas. Cooproducimos con TVE, buscamos algunas autonómicas, ayudas europeas, y claro ésta: grabamos en digital. Una putada para ir a los óscars, pero bueno, veremos en los Goya, tendremos goleada. El engranaje está listo sólo hace falta hacerlo rodar. Y rodamos, rodamos en Valencia, con Future Films, claro, están coproduciendo; grabamos en Francia, que siempre queda europeo, mira Cannes, grabamos en Barcelona, claro ésta, en agosto. Recreemos la revolución en una ciudad dormida.

Y así, se pone en marcha la maquinaria de promoción. Un mundo apasionante donde los actores se pasean en revistas de moda y hablan del color preferido de la reencarnación del héroe Salvador Bührl, y así hasta multiplicarnos por cero.
Una semana antes del estreno en salas, la maquinaria se acelera y el Grupo Prisa acoge la distribución del making off, en El País de ese domingo, entrevistas al equipo artístico en La Ventana de la Cadena Ser.
Y seguimos, TVE-1 emite el making off en prime time y las plazas comerciales de las grandes ciudades se cubren de carteles del nuevo salvador.

Ésta es sólo una parte, un breve ejemplo de los mecanismos internos que mueven cualquier obra fílmica, del proceso de producción del producto final preparado para ser consumido y reciclado en charlas intelectualoides.
Y aunque es indudable que no podemos escapar a las estructuras de producción de una industria como la del cine, todavía es posible desmontar las piezas del puzzle y ver lo que cada una esconde.

Una crítica del contenido de la película, de esta imagen del puzzle, puede darnos muchas otras claves para el análisis. Citaré sólo algunas de las que creo más hirientes por la carga ideológica de los mensajes: A qué viene una entrada con planos del Che, la guerra del Vietnam: a qué viene contarnos en estilo videoclip que el Movimento Ibérico de Liberación no es más que un grupo de amigos porreros gamberretes, y que decir del plano final de pétalos rosas de rojas. Ésto no es subliminal es propanganda.
Pero es quizá una ojeada al trailer de la película nos aclare algo más del cuento que nos han querido contar.
Una magnífica voz en off lanza los siguientes slogans: España1973. Acabar con el viejo mundo y construir una sociedad sin clases. Porque sabemos que las palabras no cambian nada. En un tiempo en el que se ansiaba la libertad...Una auténtica declaración de intenciones que yo como espectadora no encontré viendo la película...diría pensada para crearnos demasiadas espectativas.

Resulta una gran ironía que la concepción del personaje cinematográfico de Puig Antich se nos plantee como una víctima pasiva de un sistema represivo, un mártir ( una figura muy extendida en la iconografía nacional-católica), y que obviamente no es un Salvador. A no ser que como puede leerse entre líneas en los últimos planos, nos redimiera a todos, nos salvará.
Con un planteamiento comercial épico del Salvador, con esta supuesta historia de héroe en un contexto hostil la pelíclua se convierte en una narración fragmentada que nada en un universo juvenil a caballo entre la psicodelia y la tradición, en el que la tragedia es melodrama y en el que lo verídico sucumbe ante las exigencias de lo dramático.
Irónico sobretodo cuando el objetivo solidario de la película, en voz de su guionista, no es otro que provocar la revisión del caso de Puig Antich.
Irónico ese último plano de rosas rojas mojadas por la lluvia y el travelling de cientos de personas que salen del cementerio dispuestas a cambiar el mundo.
Seguramente es eso, la clase obrera fue protagonista de la transición y no mano de obra al amparo de la recién estrenada democracia de los tecnocratas.

En fin, me gusta pensar en estos años que corren como en los de la Gran Obra mediática e ideológica del psoe, donde muchos creeran recuperar una memoria histórica mutilada y donde Salvador no es más que un fetiche, el reflejo de un pasado reinventado.

La Señora Om