08 marzo 2007

LA VIDA DE LOS OTROS




La vida de los otros puede acabar convirtiéndose en la propia vida, porque aunque no todo está conectado; por mucho que la publicidad y sus siervos (también el cine) nos acerquen a esta despreocupada idea; los actos cotidianos nos hacen responsables y protagonistas de la historia.

En tiempos donde la memoria es una chistera con trucos malos, la honestidad de La Vida de los otros supera toda posible lectura dogmática para situarse en el lugar preciso, a ras de suelo, en la toma a tierra de un antihéroe, un sistemático capitán de la policía secreta de la Stasi en la Alemania Oriental de los años ochenta. Un protagonista encarnado magistralmente por el actor Uldrich Mühe, capaz de transmitirnos la frialdad casi autómata y cándida de los hombres contenidos y que se sienten pequeños.
De haber existido, el capitán Wiesler hubiera sido quizá para la Historia solamente CGW, una firma sin más en los archivos desclasificados tras la caída del Muro de Berlín o un hombre de más o de menos en las estadísticas; y que Florian Henkel Von Donnesmarck ha rescatado del imaginario colectivo, desenpolvando de amnesia y prejuicios el pasado, para humanizar el presente en una película.

Si la distopía de films basados en novelas de ciencia ficción, como Fahrenheit 451 se situaban estética y argumentalmente muy cerca de La vida de los otros, en este caso, el exhaustivo trabajo de documentación histórica de su director hacen de la película un relato cinematográfico sin duda más impactante.
La película toma la historia reciente de la Alemania oriental para adentrarnos en una reflexión humanista sobre la posibilidad de cambio; sobre el compromiso a veces silencioso en una sociedad atemorizada.

Durante dos horas y 24 minutos de metraje nos convertimos en testigos y cómplices de la vida de tres personajes exquisitamente matizados en plano general y en detalle. Voyeurs de su vida pública, su vida privada y de su vida interior.
En definitiva, cambiamos nuestra mirada con CGW, a prendemos a respetarle e incluso a admirarle. Empatía. Algo que muchas veces sólo el buen cine es capaz de conseguir.

Apoyado en una fotografía sobria de suaves sepias en interiores funcionales y asfixiantes, la cámara de H.V.D. se hace tan invisible como su protagonista para envolvernos con una enfática banda sonora que recorre el subtexto de las emociones.

La vida de los Otros, ganadora del premio al mejor guión del cine Europeo, es un guión perfectamente hilvanado, que combina una mirada irónica y distante con la absoluta emotividad de otras tantas escenas.
Las constantes referencias diegéticas entre la literatura, el teatro y la música y sus vínculos, lejos de convertirse en un corta-pega de alusiones intelectualoides, se unen en La Vida de los otros para crear un relato absolutamente redondo y verosímil.


Y como en un verdadero drama clásico, la verdad se rebela en un chiste o en la frase inocente de un niño que nos despierta del letargo y nos hace recordar lo que somos.
La Vida de los otros también es para mí, para el público.


La Señora Om

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El comentario es referente a la presentación del blog, al que entro hoy por primera vez. ¿Cómo se puede ser tan pretencioso?Baja, modestia...Con cariño,
Fernando

Anónimo dijo...

http://insuranceinstates.com/tennessee/Jackson/Insurance%20Planning%20&%20Services%20Co/38301/